Por Miguel Galvis.
Como toda nación civilizada, debe hacer uso de la diplomacia de Estado, para defender los intereses de todos los colombianos. No para defender ex-presidentes pendencieros que se entrometen en la vida política de otras naciones, según sus mezquinos intereses políticos.
El presidente Santos es un hombre de Estado, y en eso se diferencia del estilo pendenciero de su antecesor, que por querer conservar el poder estuvo cerca de llevarnos a una guerra con Venezuela, bombardeó el territorio del Ecuador, y fue incapaz de atender adecuadamente el proceso litigioso con Nicaragua, que después pedía resolver militarmente.
Con proceso de paz o sin él, la constitución política establece que: “Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional aceptados por Colombia. De igual manera, la política exterior de Colombia se orientará hacia la integración latinoamericana y del Caribe.”
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