sábado, 8 de marzo de 2014

Famiempresas Políticas: por Hernando Gómez Buendía.

http://www.elespectador.com/opinion/politica-famiempresas-columna-479483


Pero según las encuestas, la mayoría de los elegidos –—tal vez 9 de cada 10— van a ser congresistas, excongresistas, esposas o hijos de congresistas.
Los hay de todos los colores. Encabezan cada una de las listas al Senado: Uribe, Serpa, Chamorro, Gerlein, Galán, Robledo, Navarro, Díaz y hasta Piñacué. Están los hijos de Serpa, de Galán, de Lara, de Córdoba, de Name, de Garzón, de Char, de Valencia y otros muchos caciques regionales. Están también esposas, hermanos y sobrinos de excongresistas o exgobernadores condenados por bandidos: Cáceres, Blel, Ramírez, Sánchez, Gil, Suárez, Aguilar, López, García, Ramos…
Los pecados por supuesto no se heredan, y en una democracia no se puede prohibir que una persona deje de aspirar debido a su apellido. Pero tampoco se heredan las virtudes, y en todo caso la probabilidad de familias repetidas por “chiripa” en el 90% de las curules en un país del tamaño de Colombia es como una ¡en nueve mil millones!
No es chiripa: es el rasgo más estable y también más importante de la política colombiana, el producto combinado de su historia y de las reglas del juego electoral.
En efecto: la Corona Española repartió la tierra y los indígenas de este “país de regiones” entre señores que, a lo largo del siglo XIX, arrastraron a sus siervos para formar los partidos y las guerras. A medida que el sufragio se extendía y que el Estado central ganó importancia, los señores regionales empezaron a mandar sus hijos al Congreso para cuidar sus tajadas respectivas.
El Congreso hace las reglas y por eso, a pesar de tantos cambios, se ha mantenido el monopolio de barones regionales. El mayor desafío a ese Congreso de terratenientes fue la circunscripción nacional para Senado en la Constitución de 1991, pero sabemos en qué acabó esta figura (y sabemos que ahora están buscando acabarla).
El secreto consiste en preservar “el sistema electoral más personalista del mundo”. Primero fue la feria de partidos y de avales. Ahora son las listas únicas con umbral, pero con voto preferente: 2.386 nombres que confunden a cualquiera. En esta gran dispersión el apellido conocido es, de entrada, una ventaja. Pero la clave es tener bastantes votos para ganarles a los competidores dispersos: votos fijos, aunque no más de los votos necesarios. Y esta es la definición exacta de la clientela que controla una familia política local.
Los partidos nacionales se limitan a juntar familias regionales. Lo hace Uribe, el caudillo nacional, con más razón lo hacen todos los otros partidos. El resultado son federaciones cambiantes de familias que circulan de partido en partido, controlan el Congreso y definen o se amañan a los cambios en las reglas.
Pero elegir un congresista cuesta cientos o miles de millones. Y las familias políticas son también famiempresas que necesitan recuperar sus inversiones. 

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