Por: Miguel Galvis. *
Un régimen que se reconozca como democrático, se
caracteriza por garantizar la posibilidad de la alternancia en el poder, tanto
en el nivel nacional, como en los departamentos y los municipios.
Eso significa que un partido o una coalición de
partidos que durante un determinado periodo de gobierno está en el poder, en el
siguiente pueden estar en la oposición, o declararse como independientes.
El artículo 112 de la Constitución Política,
estableció que el Congreso de la República mediante ley estatutaria reglamentaría
las garantías a los partidos que se declaran en oposición de los gobiernos.
Sin embargo, tanto el congreso, como los partidos
políticos y los políticos colombianos, durante 23 años de vigencia de la
constitución de 1991, han sido inferiores a sus obligaciones constitucionales,
no han aprobado el estatuto de la oposición, como tampoco lo han hecho con el
estatuto del trabajo, o la ley orgánica el ordenamiento territorial, que
reglamenta las ETIS, entidades Territoriales Indígenas.
Los congresistas de los partidos de las
coaliciones de gobierno, tal vez por arrogancia, tal vez por miopía, o quizás
por falta de talante democrático, se han negado a ofrecer garantías para la
oposición, para los sectores independientes, y para las minorías.
Quizá el hecho más ilustrativo, de la falta de
talante democrático, lo constituye el hoy Partido Centro Democrático, que
durante 8 años en el poder, contando con las mayorías del 85% en el congreso,
no quiso expedir el estatuto de la oposición, por considerar que esas garantías
favorecían a los "comunistas y pro-terroristas" del Polo Democrático Alternativo,
PDA; sin embargo hoy que están en la oposición reclaman de la coalición de
gobierno que les ofrezcan las garantías que se negaron a brindar.
Hoy cuando se vislumbra una luz al final del
túnel de la guerra para Colombia, y es necesario abrir espacios democráticos,
sería paradójico, que el gobierno de la unidad nacional, y su coalición, se
nieguen también a expedir el estatuto de la oposición para no darle
oportunidades de desarrollo al Uribismo.
Afortunadamente, personas como los hoy senadores
electos Horacio Serpa Uribe y Antonio Navarro Wolf, ambos ex–presidentes de la
Asamblea Nacional Constituyente, tienen claro que la construcción de un modelo
democrático, debe hacerse para dar garantías a todos, pensando que cualquier
partido puede estar en el gobierno o en la oposición, es necesario dejar la
arrogancia, máxime cuando el congreso que se eligió el 9 de marzo contó con la
participación de menos del 40% de los electores hábiles para votar.
De no mostrar un espíritu incluyente, de no
mostrar su espíritu democrático, creo que la única opción que tendrá la ciudadanía,
será la convocatoria a una asamblea nacional constituyente, por la incapacidad
de la clase dirigente de expedir normas como el estatuto del trabajo, la ley de
ordenamiento territorial, que reglamenta la creación de las entidades
territoriales Indígenas, la ley que reglamente la consulta previa, el estatuto
de desarrollo rural, la ley de reforma a la salud, la ley de reforma a la
educación, la ley de reforma de la justicia, el código de minas, en fin, son
tantos los temas pendientes que el congreso no ha tramitado, que la sociedad
con toda razón lo considera incompetente y desconectado de la realidad social
del país.
Ojalá, se le diera prelación a la concertación y
expedición del estatuto de la oposición, con generosidad, por lo menos que los
principales órganos de control, Procuraduría y Contraloría, sean ternados
por los partidos de oposición, que existan programas de televisión, espacios
radiales y en los medios impresos donde puedan expresar sus puntos de vista.
Igualmente, se le deben dar garantías a los
partidos que se declaran independientes. Lo propio debe hacerse con las
minorías étnicas y políticas.
* Analista Social y Político del Instituto de Pensamiento Étnico, Social y Político, IPESP, y Veedor Nacional del Partido Alianza Social Independinente, ASÍ.
Exclusivo para portal de Análisis OLA POLÍTICA.
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