Por:
Héctor Gonzalo Córdoba Espitia *
En Colombia son clasificados como de “derecha” los partidos políticos que dependen de la oligarquía plutocrática. Esos partidos cumplen la función de apoyarla en los procesos electorales con la finalidad de sostenerla en el control del poder político y económico; están diversificados en agrupaciones que representan varios matices del modo de gobierno oligárquico, entre los cuales están los que dicen ser de centro, como los liberales y los que prometen un cambio, o los que se proponen la defensa de la Naturaleza con el color verde, y están los de extrema derecha, defensores a ultranza del autoritarismo y del dogmatismo pero disfrazados con el nombre de democráticos, o los conservadores, que toman el nombre de sociales.
A
su vez, los partidos políticos que se oponen al modo de gobierno de la
oligarquía plutocrática son clasificados como de “izquierda”. Estos partidos
tienen en común la característica de oponerse a que el manejo de la economía de
la nación se realice con la finalidad de favorecer los intereses de los más
poderosos grupos económicos, y oponerse a que no se tengan en cuenta los
motivos de interés público y social, ni las necesidades básicas y culturales de
la población. Pero no todos estos partidos coinciden en reconocer la misma
fuente social del criterio de gobierno; la diferencia sobre este concepto los
divide en las vertientes demócratas y las socialistas.
En
efecto, los demócratas reconocen como única fuente del criterio de gobierno a
la voluntad del pueblo, manifiesta en los programas de gobierno que sean
elegidos por la mayoría ciudadana en los procesos electorales, la cual debe
tener la calidad jurídica de mandato obligatorio para los representantes
populares a quienes corresponde expedir las leyes y para los miembros de la
rama ejecutiva del poder público que deben ejecutarlas y hacerlas
cumplir.
Los
partidos socialistas de otros países reconocen como única fuente del criterio
de gobierno a la voluntad de la élite de ciudadanos que representan al pueblo y
algunos de esos partidos no proponen que la elección de los representantes
populares se haga por los votos de los ciudadanos sino por la escogencia que
haga la asamblea del partido único.
Otros
partidos socialistas, entre ellos los de Colombia, sí proponen que la elección
de los representantes populares se haga por los votos de la mayoría de los
ciudadanos, pero no exigen que la voluntad mayoritaria de los ciudadanos
imponga a los representantes electos el mandato obligatorio de realizar el
programa de gobierno escogido en el respectivo proceso electoral, ni les fija
el deber de ajustarse fielmente a esa voluntad; así, los representantes electos
quedan en libertad de imponer su criterio, aunque no coincida con la voluntad
popular mayoritaria.
En
esta última circunstancia se ocasiona un vacío de confianza entre las
expectativas de los electores y la lealtad de los que pretenden representarlos.
Con la finalidad de llenar ese vacío, y ganar la confianza de los electores,
los candidatos procuran crear en las multitudes intensos sentimientos de
admiración, de simpatía y de adhesión hacia los dirigentes del partido, o hacia
el jefe de los dirigentes, mediante apasionados discursos de adulación al
pueblo y de rechazo a las injusticias, a los abusos y a lo que se considera como
causa de la pobreza, de la insatisfacción de las necesidades humanas y de la
desigualdad social. Este demagógico modo de obrar de los partidos políticos en
la conquista de votos para acceder al poder político también recibe el nombre
de populismo.
Hay
populismo de izquierda y populismo de derecha. En el populismo de izquierda sí
existe oposición al modo de gobierno de la oligarquía plutocrática pero no se
propone la forma de gobierno democrático.
En
el populismo de derecha no hay verdadera oposición al modo de gobierno de la
oligarquía plutocrática, esa oposición es fingida, es de apariencia en los
discursos, en las palabras y en los gestos, solamente para convencer y engañar
a las masas, con ilusiones y esperanzas, y para conseguir los votos de los
sectores de población más numerosos, que son los más pobres y deprimidos. Los
partidos populistas de derecha se presentan con el disfraz de las ideas
socialistas y democráticas, casi siempre se autodenominan socialistas o
demócratas, pero son creados y dirigidos por políticos que están al servicio
del estamento económico del estrato dirigente de la nación y tienen la oculta
finalidad de apoyar y sostener en el poder político a la oligarquía
plutocrática.
Esta
sucinta vista panorámica de los partidos políticos nos permite encontrar la esencia
de la relación entre la política y la economía, que puede expresarse así: por
medio de la política se impone la orientación de la economía y se gobierna a la
nación dentro del marco de esa orientación.
En
Colombia, país dotado con abundantes recursos naturales y ambientales, donde se
dan las mejores condiciones para la creación de riqueza y bienestar social,
contradictoriamente, por absurda organización de la economía, la gran mayoría
de los habitantes son pobres; el aumento constante del número de los más pobres
y de los indigentes hace cada vez más grande la mayoría de ciudadanos
colombianos que vive en la pobreza.
A
esta enorme mayoría de ciudadanos y a sus familias no les favorece que la dirección
de la economía de la nación esté orientada exclusivamente a proteger los
intereses de los más poderosos capitalistas, ni que los gobernantes ignoren o
no tengan en cuenta las necesidades básicas impuestas por la Naturaleza a todos
los seres humanos, dado que esas necesidades deben ser atendidas y satisfechas,
y el gobierno debe posibilitar y facilitar esa atención y satisfacción, por ser
esenciales para la subsistencia y para el desarrollo de las vidas de los
habitantes.
Por
esta causa, a esta mayoría de ciudadanos no les conviene apoyar a los partidos
de la oligarquía plutocrática, ni arriesgarse a perder la posibilidad de
establecer el gobierno del pueblo, si incurren en el error de apoyar a los
partidos que no sean esencialmente demócratas.
Pero
en Colombia no existe el auténtico partido demócrata; desde la fundación de la
república hasta la actualidad no se ha creado este tipo de partido. La omisión
tiene origen en los errores conceptuales de los partidos de izquierda que les
han impedido tener la visión del futuro de la transformación de la nación
colombiana en sociedad democrática. Esa visión determina como objetivo
prioritario de un partido demócrata el de difundir el conocimiento de la
democracia y capacitar a los ciudadanos para el ejercicio del gobierno del
pueblo.
Los
partidos de izquierda, en Colombia, se han detenido en las inmediateces electoreras
de la coyuntura política de las varias etapas de la historia nacional,
desarrollando fantasiosas estrategias de conquista del poder, que se han
reducido a conseguir unos pocos escaños en el congreso de la república, en las
asambleas departamentales y en los concejos municipales, y conseguir algunas
gobernaciones y alcaldías. Con esos mediocres objetivos solamente pueden
alcanzar alguna participación en el manejo de los presupuestos, de la
contratación y de la burocracia, con la que los dirigentes de esos partidos
quedan en capacidad de sostener la clientela electoral que les facilita la
permanencia en el disfrute de las mieles del poder político, de igual manera
como lo hacen los dirigentes de los partidos de la derecha.
El
verdadero partido de la democracia, no puede crearse con la finalidad de
conseguir empleos en la administración pública, ni en ninguna de las ramas del poder
público. Su único objetivo es el de establecer el gobierno del pueblo; para
alcanzarlo tiene que realizar un camino más largo, que consiste en capacitar a
la ciudadanía para que haga una Constitución Política democrática en la cual se
establezcan los instrumentos jurídicos con los que el Pueblo pueda gobernar.
Solamente
de esta manera será posible que el manejo de la economía se realice teniendo en
cuenta el interés público y social y que los órganos del poder público, ejerciendo
el mandato de la soberanía popular, actúen creando las condiciones favorables
para que todos los habitantes puedan atender y satisfacer sus necesidades
básicas y culturales y puedan alcanzar las mejores condiciones de bienestar y
de progreso.
En
Colombia, las clases inferiores de la pirámide social, que son: la media baja,
la pobre y la de indigentes, suman el 90% de la población; si la gran mayoría
de ciudadanos que integran estas clases salieran del estado de indiferencia
política y alcanzaran el de motivación política consciente, por la vía del
conocimiento que les eleva al nivel de la cultura política, se llegaría al
hecho político de la integración del Pueblo, como ente poseedor de voluntad y
poder político, capaz de ejercer la soberanía y gobernar a la nación por medio
de los órganos del poder público.
Cuando
se realice ese hecho político ya podrá el Pueblo crear una nueva Constitución
Política en la que se establezca el modo de gobierno democrático, y a partir de
la vigencia de esa nueva Constitución el mismo Pueblo podrá establecer el
régimen jurídico justo de la sociedad democrática, basado en los derechos
humanos y en los principios de libertad, igualdad, solidaridad, equidad y
derecho.
* Dirigente del Movimiento Demócrata Colombiano. Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre y graduado con el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.
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