martes, 23 de octubre de 2012

SI SE PARAN EN LA HABANA: GANAN LAS EXTREMAS.



Gana el sector del poder económico y político, que considera que el proceso de paz afecta sus intereses futuros, porque las FARC eventualmente podrían convertirse en un proyecto político exitoso, que a la vuelta de una o dos décadas llegue por las urnas al poder, y establezcan un proyecto de sociedad como el de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, o José Mujica en Uruguay. Son los mismos que califican de “comunista” al Presidente Barack Obama, por intentar reconocer la salud como un derecho para los estadounidenses.

Este grupo con gran talante mediático, también se ha dedicado ha torpedear y cuestionar la administración del Alcalde Gustavo Petro Urrego, por considerarlo una acción estratégica para impedir que se convierta en el Chaves para Colombia. Es el “síndrome político antichavista” que trajeron los inversionistas venezolanos a Bogotá.

Son los sectores que en el pasado se aliaron con el narcotráfico y la delincuencia organizada, impulsaron el paramilitarismo como estrategia de lucha del empresariado, colonizaron estratégicamente los poderes del Estado para obtener sus propios intereses (despojo). Le apuestan abiertamente al fracaso del proceso de paz, y se unifican en el proyecto político liderado por el expresidente Álvaro Uribe, denominado “Puro Centro Democrático”, PCD, cuyo lema es “un frente contra el terrorismo”.

Sería otra década ganada para profundizar la inequidad y la desigualdad, justificada por la lucha contra el terrorismo.

Al pararse en la Habana, gana también el sector radical de las FARC que considera que la única salida al conflicto es la militar, que en Colombia no existen condiciones para entrar a la vida política, que históricamente la ultra derecha ha exterminado selectivamente a quienes capitulan, argumentan que pasó con Guadalupe Salcedo en los 50, con la Unión Patriótica en los 80 y con el M-19 y el EPL en los 90. Es el grupo que considera el proceso de paz como una traición a sus ideales, y eventualmente podría producir una disidencia que no se desmovilizaría, si se concretan los acuerdos de paz con las FARC.

Se perdería otra década para salvar el sistema de salud, modernizar y fortalecer la educación pública, promover la innovación y el emprendimiento tecnológico, se mantendrá la depredación de los recursos naturales estratégicos como las zonas productoras de agua, se consolidará la cultura de la ilegalidad, la corrupción y el todo vale. La disculpa seguirá siendo la existencia de las FARC y el conflicto armado.

Perderán las actuales y futuras generaciones de jóvenes que dedicarán sus mejores años a producir muerte y destrucción, pierden las víctimas que se incrementarán y que no pueden ser reparadas en medio del conflicto armado. Se debilita la institucionalidad y la cultura democrática.

Pierde la cultura de la convivencia y la solución pacífica de los conflictos en todos sus niveles, familiar, social, económico y político.



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